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RELATOS TENOYA
IMAGEN LITERARIA DESDE LA CARRETERA DE CARDONES  
28-6-2010

Hoy emprendo mi paseo por la carretera de Cardones, cortada al tráfico tanto para vehículos como para personas por las obras de la circunvalación.

Ante el permiso, ya que no estaba el tractor trabajando, pero si le veo sus dientes relucientes y afilados y su boca que devora parte de la montaña, me autorizan, paso por delante de lo que fue un terreno en los que pasé un tiempo, que divide la carretera en dos, la parte de arriba establos y terrenos y el resto, terrenos lindante con el pozo (mi pausa y recuerdos los revivo), llego a las primeras casas, la de Chano, la de Julián y Carmita la que le siguen, entre ellas hay casas abandonadas dentro del mismo cuerpo de herederos, al lugar le llaman La Solana, porque el sol le daba desde la amanecer al atardecer (casa de los Marreros) allí vi viviendo a Santiaguito, Ramoncito, Juanito Manuel (estos dos solterones)  atendidos por Maria Dolores Falcón, quedando Carmita hija de Santiaguito viviendo en esa casa hasta no hace mucho tiempo. En este lugar me encontré a Juan Machín, caminante usual, teniendo una breve charla.

Aquí me paro sentándome en un muro contemplando las laderas de los Granadillos y en lo alto asoman balconadas las casas de Las Mesas que quieren coger hasta el precipicio, al lado derecho la subida a San Francisco Javier, que parecen desde aquí sus casas  colgadas, la carretera General le da vida, bajo y doblo la casa del Calero, por vivir este en una época, lo que fue propiedad de mi familia, viviendo mis abuelos maternos y donde nació mi madre y hermanas/os,  también vivió José Tomas Henríquez Armas y su esposa María Henríquez  (conocida por Mariquita la Cuerva, la que fue centenaria) e hijos, (como anécdota José Tomas y familia al venir los primeros coches se marchó a vivir a las Pasaderas porque decía que los ruidos le molestaban, cuando pasaba uno de vez en cuando), en la entrada y salida de Cardones, a pocos metros y de frente la Casa de Amparito la del Puente, casa donde vivieron la familia Lezcano Guerra y que vivieron la voladura del puente, donde también vi vivir a Cándido el de la tienda y familia, hoy de Paco hijo de Julián y Carmita Marrero.

Al llegar al puente con sus dos ojos y cejas de cantería con terminales también en sus pretiles  que miran barranco abajo y arriba  y el que históricamente fue volado en el año 36 cuando la guerra, incomunicando el Norte, levantado con parte de hijos del Pueblo, sigo el cauce del barranco volteando en su camino serpenteante entre cañaverales  que siegan un ojo del Puente,  tarahales  y eucaliptos en los alrededores que lo embellecen. Ahora contemplo frente de mi las obras tanto a la izquierda como a la derecha como si estuvieran rompiendo mi Pueblo, faltan ante mi vista el arrasado chalet de Agustín Chirino y la casa del Provisor, pero no se borrara de mi interior, teniendo  todo revuelto surcando parte de las montañas  quedando a su paso arrasado lo que también fueron fincas, por los tractores.

Bajo la mirada al barranco  y veo dos edificaciones contiguas y un peñón con una cruz, con una piscina y establo de caballos, le continúa unos cercados con palmeras y árboles frutales, pero antes de llegar se me esconde el Pozo que por las obras ha quedado inactivo, conocido hoy por el de Bonny y unas casas donde vivía un empleado, Nicolás hermano de Eulogio, con sus huecos ciegos, hoy tapados. Al lado y arrinconado bajo el risco como sepultado el pozo histórico de los lamentos de la guerra imaginando esa tragedia y en lo alto unos cuartos casi colgados a mismo risco,  bajo la carretera que recuerdo ver viviendo solo a Juan Machín.

Desde aquí tras el eucalipto del barranco, diviso la finca de la Rocha, un alpendre y unas habitaciones en lo alto sirven de guarida, delante se asienta un rebaño dividido en cuarterías de maderas y hierros, corrales que se nota empujado también por las obras, próximo a desaparecer, queriendo disfrutar viendo sus movimientos y escuchando sus balidos, parece que las quiero contar pero cambio de visión, mi pasaje lo concentro carretera abajo sin dejar atrás la finca de Don Gonzalo, hoy casi totalmente abandonada, Paco atiende cada día unas plataneras, cuidando del paseo que le conduce a la casa solariega que destaca, premiada por el Cabildo Insular en los concursos de embellecimientos, el Pozo queda abajo desolado, lo llegué a ver envuelto en vegetación, dos tubos ó respiraderos sobresalen de su techo, pero siempre me ha llamado la atención, la casa a orillas de la carretera con unos pequeños establos donde vivió Antonio el de Mateo con su esposa Dominga e hijas, también  conocido por el de Marimaya y la fila de pinos y entre pinos en sus pies geranios con su muro y parterre. Una Puerta de hierro enrejada decora y protege su entrada, a través de ella mi visión plácida la recorre, se ve la carretera plantada a ambos lados abriéndose el paseo donde recuerdo de ir con mi padre ya que habían colmenas atendidas por él, viendo patos, tortugas, gatos y perros asustones que quedan en mi memoria,  sobresaliendo la mano derecha, entre pinos, enredaderas, buganvillas salteadas de varios colores cuelgan como techos, geranios pitones y vegetación tupida que la realzan, todo un pequeño bosque y  en su caminar a la izquierda geranios y otras plantas de bajo nivel la adentras.

Antes de llegar a la casa principal unas habitaciones de aperos que hoy sirven de garaje, detrás el lagar y joya histórica que parece que aun desprende el rancio vinícola.

De todos los que existían en Tenoya afortunadamente queda este, el la Finca el Provisor desapareció al comprar Federico Torres, el lagar de piedra compuesto por dos depósitos, uno grande y otro pequeño llegamos a jugar y llenar el chico de agua dándole bomba por la peligrosidad para niños.

 

Sigo mi camino lento, es mi intención contemplar esparramando mi vista al mismo tiempo parándome como un ojo de cámara dejando la imagen en mi retina, haciendo mi segunda parada a la altura de las Cuevas de Elifonso, esa mirada que va desde las lindes de la  Casa de Don Gonzalo (finca de Marimaya) con la linde de la Finca conocida por El Cebeo, (y es Acebedo) pudiendo apreciar las enredaderas gigantes como volcanes de color rojo y lilas que la separan, vale la pena contemplarlas, al lado el chalet que llama la mirada y terrenos lo que también fue de Fedes Torres hoy de Nicanor Cárdenes, esta edificación también sobresale lo que de forma va vistiendo el desolado terreno, a los pies un cercado de plantaciones de productos hortícolas, vemos como se acerca el recinto de la vaquería, sus vacas blancas y negras que tintorean su natural piel, observo cientos de animales bien cuidados en unas naves y corrales que se mueven plácidamente, dando vida a la zona, cambiando su escena en momentos, como en mi paseo parece que nada se mueve me detengo sintiendo que no me encuentro sólo, que Tenoya sigue teniendo vida en sus alrededores, vemos en ambas fincas como unas venas de carreteras las hacen mas cómodas, apreciando árboles frutales en lo que es la finca del Granado.

Le continúa la finca que eran de Los Álvarez de San Lorenzo y que compró Juanito Hernández, la parte de abajo hoy ocupada por su nieto Pepe Julio que reluce su casa y finca como panorama residencial, la adornan árboles frutales que parece que quiero que me lleguen los olores a lo largo de la misma, la parte alta hoy ocupada por Pedro  Déniz el hijo de Benancio queriéndole dar un estilo lucido y atractivo, luciendo una nueva construcción, en un lateral, caballos merodeando en sus terrenos, que lindan con las chozas de Dionisio.

Alzo y camino la vista desde esta panorámica y perspectiva acordándome del árbol de la Bella Sombra, desaparecido en el 2009 (reposan mis y sus recuerdos debajo de él) un árbol legendario, emblemático histórico que le ha dejado un nombre a un pasaje, sigo a  El Moñigal, también conocido por San José y Lomito Ciego, Tenoya al estar construida sobre lomos da la sensación de que es una fortaleza, pues los aborígenes atacaban y se defendían en esta zona, una casa Rosada destaca bajo la casa de los Cardonas, las casas van bajando hasta encontrarse con la Gallera, esa casa en ruinas que a todos nos llama la atención (una casa de misterio) en la que llegué a ver vivir a Juan Machín y a Melián y me dicen que vivió antes el matrimonio Mendoza y Carmita, que luego se fueron a vivir detrás del bar de Lola Bito y después de su yerno Juan el Camarada, la casa la Gallera desde aquí la vemos mas ruinosa en su lateral, detrás ligeramente quiero describir a Casa Ayala, el manto o llanura de invernaderos que forman una isleta en su pico a la altura de la fuente de Casa Ayala de la finca de Arevas (Arevalo), la arbolada de Don Domingo Peñate frente la tienda de Brunita hoy de la hija casada con Chano Ramos hijo de Antoñillo el Acequero, el Risco Quio colgado como un balcón natural nacido sobre las cuevas donde vivió el Viejo Ripol y al fondo el palmeral que como estrellas parecen que salen y se alzan sobre el mar.

Desplazándome de este lugar hago mi tercera parada es en el Portichuelo, otros le llamaban El Arco, lo que fue un acueducto, hoy una imagen  desaparecida de hace unos años, era como la Puerta de Pueblo de Cardones, en fiestas llegué a ver carreras de caballos siendo el final de la meta, al llegar a este lugar se descubre o se esconde, según de donde vengas, Tenoya.

Bajo ese arco desaparecido el Colectivo Cultural el Valle de Tenoya anotó sus protestas por los vertidos manchando la  panorámica a nuestro Pueblo, en recompensa plantaron unas palmeras que vergonzosamente se perdieron, recordándolas fotos que las vigilaron.

Camino sobre lo que fue un vertedero, una antorcha encendida a propósito llegando los humos y cenizas a las zonas habitadas, parándome y mirando todo el paisaje, me es impresionante, cualquier lugar es bueno pero busco una piedra  donde sentarme, el pecho se me ensancha de satisfacción contemplando bajo de mi un estanque de barro, unos pollos de agua navegan a sus anchas dejando olas diminutas en aguas tranquilas que rizan al navegar, un grupo de palmeras en una de sus orillas se reflejan como un oasis  y parte del estanque y zona mas sombría una vegetación frondosa, a un lado una palmera aislada.

Me hago la idea que bajo por el Camino Real de Gáldar, recuerdo de verlo llenos de veroles, tabaibas, cerrillos y otras vegetaciones pequeñas, (recuerdo que en el cuello tenia un empeine y uno me restregó con leche tabaiba y se me curó)  donde íbamos y veníamos tantos jóvenes en mi época (recuerdan), ( al cine, al fútbol a alquilar las bicicletas de José el de Mastro Deo) dónde han quedado algunas historias que recuerde. Hoy el camino desviado y parte desaparecido (los callados han quedado silenciosos y ocultos bajo tierra) pasando mi vista bajo unos eucaliptos y palmeras dispersas con sus melenas caídas, donde llegué ver a cazadores que hacían sus paradas y comilonas cortesanas, una muralla en forma de fortaleza alberga unas instalaciones de aguas con un estanque metálico y vacío camuflado con plásticos negros, regreso la mirada al estanque de barro como queriendo no dejar nada atrás, a su lado una finca de plataneras  y una casa amarilla, ocupada hoy por Pepe Falcón, en su entrada con una explanada o cercado que da al barranco, como un balcón natural, delante de su entrada árboles diferentes la decoran y protegen, bajo el acantilado una llanura rodeada de tarahales que fue campo de fútbol de los vecinos lindantes donde llegamos a ir en tantas ocasiones, en una de las fiestas se hizo una merienda en este lugar en tiempos de Pepe Julio Cabrera, hoy abandonado, le sigue a la derecha un cercado de plataneras y al pie y orillas del barranco el Pozo de Doña Felisa con dos torres de hierro como si fuera un columpio en su techo, era el soporte de la rondana, en un lateral una palmera en parte lo tapa, detrás un árbol que no distingo su especie, observo en estos momentos como va una familia caminando barranco arriba, escuchando sus voces rotas en su eco.

Tanto a la derecha como a la izquierda del camino, unos invernaderos que parecen un espejo opaco, cuando le da el sol cubren sus plantaciones, bajo ese techo y cielo artificial no muy agradable a mi vista, rompiendo lo natural, como en un mundo diferente se mueve el personal en sus cuidados, al pie del barranco la Casa de Doña Felisa con sus alpendres en abandono, unos eucaliptos la sombrean (se dice que el oratorio de la Virgen de la Encarnación, estaba en esas inmediaciones y que vino un barranco y se la llevó, apareciendo la Virgen flotando  por donde se levantó luego la Iglesia de la Luz, dando nombre “La Virgen de la Luz”….

Es tanto lo que estoy viendo desde aquí que me tengo que parar trazando un panorama que va desde las fincas que parten desde los acantilados del barranco, finca de Los Marreros, Los de la Rocha, con su casa típica y pintoresca de la finca El Betancor, unas enredaderas la viste, un palomar a un extremo y chozas al otro mirando a la costa, esta linda con la finca de El Inglés, ocupada luego por Machín, al morir éste, éstas quedaron abandonadas, desoladas, solo se aprecian los veroles salpicados de los pinos, palmeras, parrales en el suelo y esqueletos de árboles frutales en lo que fue finca del Ingles y cuya finca se denominaba “El Parralete” hay unos granillares que me llaman la atención queriendo que nunca desaparezcan, Chano mantiene, gallinas, gallos y quiqueres sueltos lo que al pasar alegran, sigue toda la vegetación dispersa, luciendo sus veroles la finca Los Lezcanos y los de Don Miguel Armas o Don Miguel el Negro por su color  (parte de las fincas Las Caballerías) hoy de otro propietario y que linda con el Callejón, destaca el recinto deportivo de color amarillo y la fila de casas que llegan a la Plaza.

Ahora quiero bajar la vista desde la casa de los Cardonas, contemplando las escaleras de casas en forma de lengua que llegan a la Gallera, separada por el estanque, al lado sobresale una palmera, lindando con la Casa de Nicolás González (Tito).

Como un imán desde esta visión me llama La casa de la Gallera otra vez, subida a lomo de una pequeña montaña que parece que es un cúmulo artificial, desde aquí parece un caracol con su cabeza mirando hacia Tenoya. delante de la casa de Tito unas explanadas de plataneras, naranjeros a sus orillas le dan color y olores, finca que llega al barranco y escondidas desde aquí, debajo le continúan las Casas y Alpendre de la familia Martinito Afonso y la hilera de casas de Domingo el del Barranco, aún mantiene parte de verde, notándose las plataneras ya agonizantes rumbo a perderse (todo a orillas del Camino Real de Gáldar) cuando nombro el camino me relucen en toda su trayectoria las piedras alisadas y pulidas  cariñosamente por los caminantes y los pasos de caballería que incrustaban su herraduras en las uniones, evitando el patinaje, pasos que en su día fueron de pies descalzos, de espartos, de gomas  y suelas chateadas, hoy solo existen en parte, lo que asoman son cuadros testigos que espero que no desaparezcan, como tanto que ha desaparecido de huellas imborrables en letras y memorias.

Bajo el Morro de la gallera una zona verde de plataneras de Margaret que dan a la ladera del barranco, asomándose lo que fue una granja y alpendres, también  se ve en un lateral un vallado en forma de laso en la otra vertiente que lo anoto por curiosidad.

Queriendo descubrir palmo a palmo toda mi visión, me asombra la finca Los Risquetes, cadenas como escalones que llegan al barranco de Dionisio el viejo que murió al caerle una piedra en sus mismos terrenos, estas tierras con algunas palmeras salteadas,  lindan con el acueducto de aguas fecales  (camino de la Bella Sombra) hasta las lindes de Pepe Julio, llegando casi todo a pegar con el estanque de Martinito hasta el barranco, donde antes bajábamos arrastrándonos por la terrera al campo de fútbol que estaba donde mas tarde se instaló una cernidera de arena, quedando parte de sus restos, por esa parte se ve que el terreno esta mas mantenido por pitas, imaginar el que nos las llegó a ver esas laderas plantadas de plataneras, sacar los racimos, subiendo y bajando, en la mitad de los terrenos (Dionisio presumía que los mejores racimos eran los de El) hay una edificación de dos pisos en esos terrenos  y dispersos unas chozas, algunas naturales aprovechadas por el hombre.

Vuelvo al árbol la Bella Sombra, parece que sueño con él, queriendo que su sombra me proteja, solo queda el recuerdo, queriendo brotar su tronco, a los pies la casa de Fernando el de Marina, llegando a dar la vuelta en mi fija mirada y recorrido, en dirección al puente la casa de la finca del Granado con cinco ventanas (hay que tener en cuenta que relato lo que veo desde esta panorámica) uniéndola  desde otro ángulo.

Giro al otro extremo, subiendo el Callejón paso por delante de la casa de Mastro Isidro o finca de Don Ricardo, hoy vemos como se mueve en el mismo lomo su reparación y ampliación, en su ladera casas que nacieron hace unos 20 años y movimientos de caballos, sigo con el cuarto de la pesa de Don Nicolás  y su espacio o recinto se alza una casona de dos pisos aflorando en lo mas alto 20 palmeras robustas que mueven su cabellera, (en este recinto había un pequeño zoológico a contar en otro apartado) lo que fueron jardines y zonas de recreo familiar, ya llegando a lo alto un cañaveral de cañas indias permanecen en el tiempo, en la subida a mano izquierda  vemos como vuelve a aparecer el acueducto de las  aguas fecales hasta perderse en su bajada, quiero llegar a la Ermita, sobresalen delante las dos araucarias y junto a ellas dos árboles frondosos quedan refugiados bajo los mástiles  y flechas pasando desapercibidos a la vista, propiedad  de Don Nicolás Díaz de Lezcano-Muxica de Aguilar, descendiente directo de la repartición en su día, después de la conquista y que ha defendido a día de hoy su bien patrimonial, las casas solariegas, El Trapiche, la torre de la casa de Camilo y en lo alto aparece el Lomito Chico, veo como un tul azul protege la casa que fue de Tito, hoy de la Fundación Juan y Juana Espino Juárez  en reparación, la escuela, parte de la torre de la Iglesia asoma como la cresta de un gallo que canta y llama a su Pueblo, girando la vista destaca la casa de Cardona y el centro de Mayores, luego sus edificaciones van  subiendo con el descanso en el Lomo San Pedro, para desde aquí  seguir elevándose al Lomo de la Viuda, perdiendo parte de la visión por el saliente de la ladera de la carretera de Cardones.

Quiero dibujar con palabras y desde esta piedra, lo que mi vista camina desde el Morro o punta de arena que baja hacia Tinoca, aun queda el esqueleto de lo que fue cernidera, un pico negro y debajo la casa o depósito de materiales pirotécnicos, mas acá una casa que aun sigue habitada, acercando la vista, un estanque enterrado con una  caseta de registro y bajo esa ladera una vegetación de palmeras y eucaliptos, siguiendo el cauce del barranco, un pozo y unos terrenos que dicen se preparan para albergar un ganado, recorro el barranco viendo como a la altura de Doña Felisa da esa hermosa vuelta a la montaña, donde en lo alto en tiempos pasados se llegó a regar, viendo la instalación de un canal de madera que lo cruzaba hasta el lugar mas alto, aquí el barranco gana camino y espacio, en un tiempo se pensó y escuche decir en abrirle camino  y esa explanada sobrante hacer una finca, pero si nos damos cuenta aquí el barranco tiene su freno. (notas curiosas) sigo la ruta entre tarahales y palmeras guiado por el surco de la carretera, contemplando sus riscos hasta perder su estela.

No dejo de mirar al Valle de Tenoya, lo que es la finca de los Lezcanos, toda verde, dos palmeras gigantes una mas grande que la otra, surgen como emblemas canarios, se dicen que son las mas altas de la isla, ahora quiero siluetear las montañas desde la costa, viendo parte de Ladera Alta, El Espigón  y la Adelfa, aquí destaca una nave larga que es almacén de los Viveros Godoy bajo de este edificio hay un estanque al que llegué a ver su excavación desde niño, cogiendo barranquillo arriba veo la finca del Hediondo lo que fue de los Macías, (el Indiano) media ladera un estanque y palmeras en su entorno, a lo alto el Morro Cangas que se confunde desde aquí con Los Giles, en lo alto sus casas, en la montaña de este lugar, se aprecian dos colores una de vegetación natural y la otra trillada lo que fue cultivada de un color amarillo claro son como mantos, que se van abriendo en la ladera.

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Observo la trasera desde la casa de Los Cardonas, Los Viera, Constantino, la de donde vivió Manolito el Árabe, que linda con la fila de casas que dan al pasaje La Bella Sombra, viéndose una vegetación de tarahales, parrales, higueras, palmeras, dragos y otros ejemplares en su paso trasero rellenan de verdor ese espacio que parece escondido y que la inmensa mayoría de los Tenoyeros lo desconocemos, estando en el mismo Pueblo.

Antes de despedirme quiero dejar anotado el deprimente estado en parte de lo que resulta desde aquí, la trasera de la Sociedad, la Asociación la Acogedora, (todo ese edificio) la Alfarería de Rafael, la fila de casa de Los Viera y lo conocido por lo de José María con su granja.

Tino Torón

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