La alegría y satisfacción de poderle ayudar nos gratificaba, seguíamos junto a él, tratándo que nos hablara, notando que se estaba recuperando y aparentemente fuera de peligro. Ya pasaba la noche, entrando en el amanecer, sentimos el primer canto de un gallo, llamándonos la atención, mientras Acaymo decía ¡Tino! ¿qué hacemos con él? cuando de repente nos sorprendió ¡no temáis! que soy también otro hijo de Dios, que al pasar por Tenoya he perdido la memoria…. En otro intervalo volvemos a escuchar el canto de un gallo ya mas certero, como si saliera de la torre de la Iglesia, le dije a Acaymo, esperaremos que amanezca el día, el agradecido levantó sus brazos y nos abrazó, diciendo que en el camino había encontrado hermanos que le ayudaron, al mismo tiempo pidiendo perdón, nos sorprendimos, quedándonos pensativos, pues este hombre no daba razón, ya el día amanecía y volvimos a escuchar un tercer canto de un gallo, pensé del que cuido en mi casa y el que me canta todas las mañanas, Acaymo me miraba sin decirme nada, pero veo en sus ojos algo extraño y que no me quería decir y que interpreté como que qué hacemos aquí, este hombre está bien, le hemos hecho todo lo que hemos podido y nos responde, que lo dejemos, nos daba la impresión que venía huyendo y de aquella manera dijimos ambos ¡Que siga su camino!
Ya amanecía el día y vimos en el camino los primeros movimientos de vecinos que iban a sus trabajos, mientras conversábamos de lo que nos había ocurrido, despidiéndonos delante de la Iglesia, cada cual cogió su camino, yo estaba deseando llegar a mi casa para contárselo a mi familia y conocidos.
CONTINUARÁ EN EL CUARTO CAPÍTULO
(No se pierdan el último capítulo, porque todos podemos ser victimas y testigos)
Tino Torón
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