El próximo sábado día 20 de febrero de 2010 se va a inaugurar, en la Casa de la Cultura de Tenoya, la exposición que lleva por título La Cumbrera, de Tino Torón. Deberíamos comenzar por definir lo que es la cumbrera y la respuesta es que se trata de la pieza de madera de tea de pino que se utilizaba para unir las dos vertientes o aguas de las casas canarias. Sería la parte de la techumbre que se encontraría más alta y servía de asentamiento al resto de las piezas que componían aquellos viejos y añorados techos. Sobre ella se colocaba una estructura de madera y como colofón el abrigo protector de las tejas dispuestas a dos aguas.
La madera de tea se extraía de la parte más interior del tronco del pino, presentaba un color rojizo parduzco y con muchísimo trabajo iba surgiendo después de quitar el abrigo de diversas capas. Del pino se utilizaba todo: brea, carbón, madera, piñas y las hojas para las camas de los animales o para rellenar los colchones de las familias más humildes canarias. Recuerdo, con mucha añoranza, aquellos colchones, en casa de mis abuelos maternos, en Teror, rellenos de hojas de pino canario. La figura de mi abuelo que se despertaba muy temprano, surgiendo de aquellos duros y a la vez cómodos colchones y de las sábanas frías que los abrazaban.
La madera de tea se extraía de la parte más interior del tronco del pino, presentaba un color rojizo parduzco y con muchísimo trabajo iba surgiendo después de quitar el abrigo de diversas capas. Del pino se utilizaba todo: brea, carbón, madera, piñas y las hojas para las camas de los animales o para rellenar los colchones de las familias más humildes canarias. Recuerdo, con mucha añoranza, aquellos colchones, en casa de mis abuelos maternos, en Teror, rellenos de hojas de pino canario. La figura de mi abuelo que se despertaba muy temprano, surgiendo de aquellos duros y a la vez cómodos colchones y de las sábanas frías que los abrazaban.
Esta durísima, larga y gruesa pieza, que suele medir entre 15 y los 25 metros de largo, aunque puede sobrepasar esas medidas con creces, y un metro de grosor aunque algunos ejemplares llegaban a sobrepasar los dos metros de abrazo, se sacaba a mano, arrancando la piel del pino y ahondando en su tronco, lucía con su color natural en lo más alto atravesando el techo de las viviendas canarias, y de ahí cumbrera. Como hemos visto surgía de los troncos de los pinos canarios (pinus canariensis) y era muy resistente al fuego, tanto es así que después de un incendio la cumbrera sigue, en muchos casos, venciendo la fuerza del arrasador fuego. Se trata de una madera rica en resina y que vence el paso del tiempo y debido a ello es fruto apetecible para anticuarios y coleccionistas, además de artistas plásticos que han aprovechado este elemento arquitectónico para llevar a cabo sus creaciones, entre otros, el alemán, afincado en la isla de El Hierro, Thomas Mehrländer. Vemos estructuras de antiguas viviendas en las que apenas quedan las paredes pero sigue ahí su protectora viga central de los techos, gritando, muy libres, que nadie ni nada puede con ellas, venciendo la adversidad y el paso de los años. Esas son las cumbreras que ha utilizado, con mucha intención, Tino Torón como material para llevar a cabo sus últimas creaciones plásticas.
Las piezas escultóricas que vamos a poder ver en esta exposición son el fruto de un trayecto, muy largo, que ha llevado a un ser vivo, a un árbol de las cumbres canarias a ir variando su cometido y su ubicación. De árbol cumbrero pasó a ser viga de madera que sostenía la techumbre de las viviendas y ahora, de la mano de Tino Torón, a desempeñar su función más sublime, la de obra de arte. No ha sido fácil este viaje, a través del tiempo y del espacio, porque nos vienen a la mente aquellos hombres, con sus fajines negros y sus boinas, cortando el pino canario y dándole la forma de viga o cumbrera, rodeados de sus hojas aciculadas que se ofrecían a modo de acogedora cama en sus interminables jornadas laborales. Otra aventura era el transporte a base de arrastre de animales o a lomos de éstos a través de esos montes y difíciles y angostos caminos de las islas. Llegado el momento de ubicarlo en su sitio, en lo más alto, pasando entonces a denominarse cumbrera y mucho después con su vuelta al suelo y a ser, una vez más, abrazado y trabajado con unas amorosas manos y, por el arte del saber y del buen hacer, mostrarnos su última función, la de la sublime creatividad artística.
Tino Torón es, además de buena persona y muy dado a la labor social, un artista y docente multidisciplinar, formado y forjado de forma bastante autodidacta, probando y experimentando como hacían los antiguos boticarios o herboristas y, poco a poco y después de mucho pensárselo, dando a conocer en sociedad todo aquello de lo que es capaz de llevar a cabo con sus manos y con su capacidad para emocionarnos. Tino Torón es un hombre al que no le falta escuela y muchas de sus obras lo sacan a relucir pero se siente más cómodo, más realizado y más satisfecho cuando se salta el academicismo y flirtea y juega con los materiales, como si al viejo, y en desuso, juego del escondite se le hiciera un hueco en sus vivencias creativas. Su modestia ha hecho que no expusiera con más frecuencia y fruto de su deseo de pasar desapercibido su nombre no se encuentra entre los artistas plásticos más conocidos. Manifiesta, con muchísima humildad, que muchas de sus últimas creaciones de La Cumbrera ya estaban ahí, escondidas y deseosas de salir a la luz y esperando que alguien las encontrara pero sólo los artistas con sensibilidad y con sapiencia son capaces de regalarnos estas obras, sacadas desde el corazón de la tea e invitadas a desempeñar la función de gozo de los sentidos, de la presentación en sociedad de algo que se resistía a salir y sólo unas manos como las de Tino Torón son capaces de hacernos este tipo de regalos, de creaciones que perdurarán en el tiempo, no ya sólo por la calidad y la resistencia del soporte empleado sino porque pasarán a ser patrimonio artístico del no tiempo.
Polifacético en el más amplio sentido de la palabra: pintor, escultor, fotógrafo, poeta, restaurador, profesor de artes plásticas, en suma, un completo y generoso creador. Sin duda Tino Torón es uno de los artistas más importantes que ha dado Tenoya, y por ende la Jurisdicción del Municipio de San Lorenzo, y su obra quedará para las futuras generaciones como reivindicación de sus orígenes, de la búsqueda de unas raíces que han estado muy enraizadas en su personalidad y en su obra. Fiel exponente de un pasado familiar que está muy ligado a la cultura y a la identidad canaria.
Algunas de estas cumbreras, en su origen, disfrutaron de la compañía de un bosque muy extenso y que, poco a poco, la humanización del paisaje ha ido cambiando. Después acogieron a nacimientos, fiestas, cortejos, matrimonios, escenas íntimas, lágrimas y risas, apoyos y abusos, conversaciones prohibidas que ahora, en su definitiva función, podrán ser revividos con nuestra observación, sensibilidad y diálogo con la obra y el deseo del artista. Es también un triunfo ecológico, reutilizando materiales que pudieran terminar entre las palas de las insensibles y especuladoras máquinas y sus beneficiados. No se trata de una simple madera a la que se le ha dado forma, se trata de mucho más y nuestras mentes se deben unir a la de Tino Torón y ahondar en un diálogo, a través de la atenta observación, con una obra que nos invita a reivindicar y a gritar, muy juntos, esa palabra, tan deseada y ansiada, que se llama libertad.
Las piezas escultóricas que vamos a poder ver en esta exposición son el fruto de un trayecto, muy largo, que ha llevado a un ser vivo, a un árbol de las cumbres canarias a ir variando su cometido y su ubicación. De árbol cumbrero pasó a ser viga de madera que sostenía la techumbre de las viviendas y ahora, de la mano de Tino Torón, a desempeñar su función más sublime, la de obra de arte. No ha sido fácil este viaje, a través del tiempo y del espacio, porque nos vienen a la mente aquellos hombres, con sus fajines negros y sus boinas, cortando el pino canario y dándole la forma de viga o cumbrera, rodeados de sus hojas aciculadas que se ofrecían a modo de acogedora cama en sus interminables jornadas laborales. Otra aventura era el transporte a base de arrastre de animales o a lomos de éstos a través de esos montes y difíciles y angostos caminos de las islas. Llegado el momento de ubicarlo en su sitio, en lo más alto, pasando entonces a denominarse cumbrera y mucho después con su vuelta al suelo y a ser, una vez más, abrazado y trabajado con unas amorosas manos y, por el arte del saber y del buen hacer, mostrarnos su última función, la de la sublime creatividad artística.
Tino Torón es, además de buena persona y muy dado a la labor social, un artista y docente multidisciplinar, formado y forjado de forma bastante autodidacta, probando y experimentando como hacían los antiguos boticarios o herboristas y, poco a poco y después de mucho pensárselo, dando a conocer en sociedad todo aquello de lo que es capaz de llevar a cabo con sus manos y con su capacidad para emocionarnos. Tino Torón es un hombre al que no le falta escuela y muchas de sus obras lo sacan a relucir pero se siente más cómodo, más realizado y más satisfecho cuando se salta el academicismo y flirtea y juega con los materiales, como si al viejo, y en desuso, juego del escondite se le hiciera un hueco en sus vivencias creativas. Su modestia ha hecho que no expusiera con más frecuencia y fruto de su deseo de pasar desapercibido su nombre no se encuentra entre los artistas plásticos más conocidos. Manifiesta, con muchísima humildad, que muchas de sus últimas creaciones de La Cumbrera ya estaban ahí, escondidas y deseosas de salir a la luz y esperando que alguien las encontrara pero sólo los artistas con sensibilidad y con sapiencia son capaces de regalarnos estas obras, sacadas desde el corazón de la tea e invitadas a desempeñar la función de gozo de los sentidos, de la presentación en sociedad de algo que se resistía a salir y sólo unas manos como las de Tino Torón son capaces de hacernos este tipo de regalos, de creaciones que perdurarán en el tiempo, no ya sólo por la calidad y la resistencia del soporte empleado sino porque pasarán a ser patrimonio artístico del no tiempo.
Polifacético en el más amplio sentido de la palabra: pintor, escultor, fotógrafo, poeta, restaurador, profesor de artes plásticas, en suma, un completo y generoso creador. Sin duda Tino Torón es uno de los artistas más importantes que ha dado Tenoya, y por ende la Jurisdicción del Municipio de San Lorenzo, y su obra quedará para las futuras generaciones como reivindicación de sus orígenes, de la búsqueda de unas raíces que han estado muy enraizadas en su personalidad y en su obra. Fiel exponente de un pasado familiar que está muy ligado a la cultura y a la identidad canaria.
Algunas de estas cumbreras, en su origen, disfrutaron de la compañía de un bosque muy extenso y que, poco a poco, la humanización del paisaje ha ido cambiando. Después acogieron a nacimientos, fiestas, cortejos, matrimonios, escenas íntimas, lágrimas y risas, apoyos y abusos, conversaciones prohibidas que ahora, en su definitiva función, podrán ser revividos con nuestra observación, sensibilidad y diálogo con la obra y el deseo del artista. Es también un triunfo ecológico, reutilizando materiales que pudieran terminar entre las palas de las insensibles y especuladoras máquinas y sus beneficiados. No se trata de una simple madera a la que se le ha dado forma, se trata de mucho más y nuestras mentes se deben unir a la de Tino Torón y ahondar en un diálogo, a través de la atenta observación, con una obra que nos invita a reivindicar y a gritar, muy juntos, esa palabra, tan deseada y ansiada, que se llama libertad.
Juan Francisco Santana Domínguez
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