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Categoría: Historia
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Este trabajo quiere sacar a  la luz a Hernando García, un hombre del siglo XVII que tuvo grandes dotes como inversor y también como militar. Sus negocios, relacionados fundamentalmente con el agua y con el arrendamiento y compra de tierras, le llevaron a ocupar un lugar destacado tanto en Las Palmas de Gran Canaria como en el Lugar y Jurisdicción de San Lorenzo y posiblemente sus negocios se extendieran por otros muchos lugares. Trabajar los documentos del pasado, buscando nuevas notas que enriquezcan nuestro patrimonio histórico del Municipio de San Lorenzo, nos aporta, en ocasiones, muchísimas sorpresas y también un mayor conocimiento, no sólo sobre nuestra Jurisdicción sino también sobre otros lugares y otros hombres y mujeres, en este caso de las Palmas de Gran Canaria.

Firma y escritura de Hernando García del año 1675

Hay que decir que el Lugar y luego Municipio de San Lorenzo tiene dos fronteras muy claras en sus principales barrancos, el del Guiniguada y el de Tenoya, las otras dos fronteras estuvieron sujetas a cambios, y va a ser en esos dos barrancos dónde Hernando García emplearía parte de su patrimonio, concretamente en molinos de harina para hacer pan y también en un batán, elementos relacionados con el agua. De forma clara, Hernando García tuvo un gran acierto a la hora de elegir sus adquisiciones de tierras y aguas. Por tanto se trata de un trabajo que puede aportar luz no sólo a San Lorenzo y sus pueblos, en concreto a Tenoya y Tamaraceite, sino también a la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.

En la ilustración anterior se puede apreciar la firma de Hernando García así como su escritura. En dicho documento, y a modo de ejemplo, se pueden ver citas a elementos que tienen mucho que ver con la economía, concretamente a la relacionada con las aguas. Se aprecia en el primer renglón la palabra “repartimiento” y en el último se distingue claramente la palabra “acequia” y es que este hombre tuvo mucha relación con el agua, no sólo de Tenoya sino, como veremos, con la que llegaba a la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.    

El día 4 de noviembre del año 1646 Domingo Gutiérrez, vecino de Tamarazayte, manifestaba que el ayudante Hernando García le tenía arrendadas unas tierras en la Dehesa de Tamarazayte[1], desde hacía seis años, en lo que se conocía como La Herradura. Estaba compuesta por unas diez fanegadas y por ellas había pagado cada año cuarenta reales. Vemos como empezó sus arrendamientos de la Dehesa a otra persona, que a su vez la había arrendado con anterioridad, pero se dio cuenta de que podría ser el arrendador principal y sacar mejor provecho a su inversión y así lo hizo.

Antonio de Fuentes[2], soldado del Presidio, el día 4 de marzo de 1647, se obligaba a cobrar, por  espacio de seis años, 830 reales de renta anuales, de la Dehesa de Tamarazayte, que pertenecía a Hernando García como Mayordomo de la Cofradía de dicho Presidio y también soldado del mismo. Cambiarán los papeles de ambos soldados, según podremos ver, y es que el cargo de Mayordomo, parece ser, que iba cambiando de responsable. 

Es ahora Antonio de Fuentes, soldado del Presidio de la Isla, el que arrendaba, el día 8 de noviembre de 1650, como Mayordomo que era de la Cofradía[3] de dicho Presidio, la Dehesa de Tamarazayte, al ayudante Hernando García, que era vecino de la ciudad de Las Palmas, por la cantidad de 830 reales cada año. Un tiempo después ambos hombres se van a asociar y arrendarán dicha Dehesa, en varias ocasiones, como veremos a continuación.

Antonio de Fuentes y Hernando García, soldados del Presidio y vecinos de la Ciudad, el primero como Mayordomo de la Cofradía de la Infantería del Presidio[4], arrendaban la Dehesa de Tamarazayte por 830 reales anuales y por un espacio de ocho años, el día 28 de agosto del año 1653.

El 4 de octubre de 1657 los soldados del presidio Hernando García y Antonio de Fuentes arrendaban, de nuevo, la Dehesa de Tamarasaite al emblemático Capitán Lázaro de Ortega, vecino del Lugar de San Lorenzo, y para que dicho Capitán pudiera, a su vez, arrendar la Dehesa a las personas que creyera y cobrar sus frutos y rentas según la escritura que se había hecho ante Diego Álvarez de Silva, escribano de la Ciudad, manifestaron que le daban el poder al Capitán Lázaro de Ortega, especificando que se trataba de su compañero en el expresado arrendamiento, para que pudiera llevar a cabo las operaciones de subarrendamiento que estimara conveniente. Hay que decir que el Capitán Lázaro de Ortega no sólo será Alcalde del Lugarejo sino que su labor le llevará a impulsar la transformación del territorio en el Lugar de San Lorenzo de Tamarasaite y más tarde sería, en varias ocasiones, Regidor de la Isla.

El día 7 de agosto del año 1658 Hernando García, siendo soldado del Presidio, manifestaba que había tenido arrendada la Dehesa de Tamaraseite y solicitaba poder renovar aquel arrendamiento y se lo pedía al Sargento Mayor y al resto de infanteros. Aquel pedimento se le concedió y firmaron veintiocho de sus compañeros.

El pedimento se hizo realidad, confirmado por el Capitán a Guerra de la Isla D. Juan de Palacio, y la Dehesa de Tamaraceite fue arrendada a Hernando García y Antonio de Fuentes, una vez más, siendo ambos soldados del presidio. El arrendamiento fue por un espacio de ocho años o lo que era lo mismo ocho cosechas[5]. Un mes después, concretamente el día 11 de septiembre de 1658, arrendaban a su vez, parte de aquellas tierras, a Salvador Rodríguez, vecino del lugar de San Lorenzo, en concreto una suerte de “pan sembrar” por un período de cuatro años, pagando anualmente la cantidad de 30 reales. El mencionado Salvador Rodríguez fue uno de los primeros alcaldes conocidos del Lugar de San Lorenzo de Tamarasaite durante algunos años. El arrendador manifestó que las tierras serían sembradas por su padre, Matías Rodríguez[6]. Algunos alcaldes y párrocos de San Lorenzo de Tamarasaite arrendaron, como hicieron otras muchas personas, la Dehesa del Rey, que eran tierras que se dedicaban, fundamentalmente, a sufragar el pago de los soldados que defendían la Isla. Una vez la arrendaban hacían subarriendos a diferentes personas, generalmente de la zona de Tamaraceite y sus alrededores, y así lograban conseguir sustanciosas ganancias. De esta manera, Hernando García consiguió buenos dividendos y se hizo con un importante patrimonio, demostrando que tenía grandes dotes como emprendedor. Su constancia en los negocios la llevó, a la par, con el ascenso constante en la carrera militar.

En el año 1673 el Alférez Hernando García, vecino de la Ciudad, manifestaba que había construido en el Barranco de Tenoya “un batán[7] en el que se baten los paños y obraje de lino que se hacían en la Ciudad a pedimento de los oficiales por ser de mucha consideración para batanar los dichos paños y por ser de tanta consideración y suplican que aunque en el dicho batán el agua que sobra, de los herederos de dicho Barranco, se va a la mar por el dicho Barranco y por el perjuicio que se ocasiona por estar dicho batán una media legua más debajo de la madre de sus acequias y por Ley del Emperador es tan andado mientras fuere el agua a la mar la aprovechen los que quisieren”. En el mismo documento también se habla de un molino para moler el pan, para aprovisionar a la Villa de Arucas y otros lugares, que se encontraba cerca del batán. Lo que se demandaba, por parte de algunos vecinos, era que se le dejara utilizar el agua de las acequias por perderse en el mar. Se habla de otro documento, con fecha 22 de marzo del año 1632, que se hizo ante el escribano Juan González Cabeza. De momento no se ha podido encontrar el documento al que se hace alusión, del año 1632. Posiblemente se hiciera ante otro escribano o en otra fecha pero, aunque fuera de forma aproximada, se podría afirmar que el batán de Hernando García estuvo, al menos, en activo durante unos cuarenta años. Tenoya era un lugar por el que tenía predilección Hernando García porque allí también se hizo con un cortijo de tierras y aguas.

Hasta ahora conocíamos la existencia de molinos, ingenios azucareros o lagares en el Barranco de Tenoya y sus alrededores pero, como vemos, también existía un batán, o máquina movida por agua y armada de gruesos mazos de madera para golpear y desengrasar los paños. La había construido el Alférez Hernando García para tratar los paños que se hacían en la Ciudad y, como hemos podido leer, muy cerca de él se encontraba un molino que surtía de pan al Lugar de Arucas y otros lugares de la Isla. No se encontró el resultado de la demanda de los vecinos que solicitaban poder utilizar el agua que necesitaba el batán pero lo cierto es que el batán siguió funcionando en aquellos bellos parajes. Está claro que el batán y el molino son señales de la gran cantidad de agua que solía llevar el Barranco de Tenoya en el siglo XVII y es por ello que en algunos documentos, de aquella centuria, se le nombra “río de Tenoya”.

En otro documento, del año 1675, escrito y firmado por el Capitán Hernado García[8], nos decía que era Teniente General de la Artillería de las Islas. Evidentemente estamos hablando de un cargo militar de suma importancia por lo que no se trata de un hombre cualquiera. En el mismo escrito nos habla de las aguas de los heredamientos del Barranco de la Ciudad y dice que el líquido elemento le faltaba a sus molinos “para dar abasto a la Ciudad de Las Palmas y como dueño que soy de los molinos que dicen del Maestre Escuela”. Por aquella razón de no llegar agua a sus molinos pedía a los responsables que analizaran el problema pero no habiendo obtenido respuesta y “siendo muchos los días que estos molinos no reciben agua del repartimiento de aguas de la Ciudad” hacía una protesta ante quien pudiera darle una solución a lo que planteaba por no poder moler los molinos el trigo que aportaba el necesario pan a la Ciudad.

En otro escrito, del mes de abril de 1675, el Capitán D. Félix Espino y el Capitán Hernando García como dueños de molinos de pan moler[9], “por ellos y por los demás dueños de molinos de la Ciudad, decimos que en el año 1533 se dieron una serie de normas sobre las aguas y la que debían recibir los molinos y por tanto piden que se revisen los acuerdos de reparto de agua porque estaban siendo perjudicados”. Aquellos escritos traspasaron las fronteras insulares y llegaron a la Península y pienso, aunque de momento no la he encontrado, que la respuesta les fue favorable, sobre todo por el bien que hacía a los vecinos de la Ciudad de las Palmas de Gran Canaria.

En el año 1680 ya había fallecido el Capitán Hernando García y debido a ello el día 2 de diciembre del mencionado año se hicieron una serie de pregones por el cortijo de tierras y aguas que tenía en Tenoya[10]. Partiendo como soldado del Presidio de la Isla, en aquellos lejanos años de 1632, hizo una carrera militar que concluyó con el grado de Capitán. En el noveno pregón que se hizo, de su cortijo de tierras de Tenoya, D. Fernando Lezcano Mujica dijo que daba cincuenta y tres fanegadas de trigo, cada año, de renta por el citado cortijo. Fue pujando con el Procurador D. Francisco de Céspedes y Villafuertes hasta que éste llegó a sesenta y dos fanegadas, quedándose con la misma. Lo arrendaba por espacio de dos años y se comprometía a conservarlo y plantarlo de higueras y cañaverales, señal que la caña de azúcar seguía siendo, en la zona, un cultivo importante en aquellas fechas.

Con este trabajo intento que se abra una puerta a seguir investigando sobre el momento y las actividades de Hernando García en Gran Canaria y su relación con la economía, relacionada con la tierra y el agua, en Tenoya, Tamarasaite y en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.

Juan Francisco Santana Domínguez
Doctor en Historia

Notas
[1]  A.H.P.L.P. Francisco de Moya Nº 1.200, fol. 736.
[2]  A.H.P.L.P. Francisco de Moya. Nº 1.201. Fol. 23r-24r.
[3]  A.H.P.L.P. Francisco de Moya. Nº 1.202. Fol. 527v.
[4]  A.H.P.L.P. Francisco de Moya. Nº 1.204. Fol. 275r-276r.
[5]  A.H.P.L.P. Francisco de Moya Nº 1.207, fol. 132-135.
[6]  Ibídem.   ff. 132r-146v
[7]  A.H.P.L.P. Diego Álvarez de Silva Nº 1.288. Años 1673/74. Fol. 225r-225v.
[8]  A.H.P.L.P. José Bethencourt Herrera. Nº 1.327. Años 1674-1675. Fol. 80r.
[9]  A.H.P.L.P. José Bethencourt Herrera. Nº 1.327. Años 1674-1675.
[10] A.H.P.L.P. Francisco Ortega. Nº 1.405. Fol. 154r-158v. Documento muy deteriorado al que le faltan partes.