Mañana mismo podrían aparecer, consultando documentos del siglo XVII, nuevos alcaldes para nuestra Jurisdicción, a pesar de la intensa y minuciosa búsqueda que hasta ahora se ha llevado a cabo pero el factor tiempo, problema fundamental de todo aquel que investiga, hace que no podamos abarcar toda la documentación existente de forma metódica, página a página, renglón a renglón, en esa búsqueda que cada día nos aporta un mayor conocimiento acerca de este territorio tan nuestro y tan poco estudiado, al igual que sucede con otros muchos municipios.
Firma de Francisco de Montesdoca
Es una labor apasionante, diría que mágica, que nos atrapa y nos da fuerza para seguir con esa investigación tan particular y tan localizada porque no es lo mismo cuando escribes de un tema que es más general en el que los datos son mucho más abundantes y más constantes a la hora de buscar en los archivos históricos, eclesiásticos o particulares. Cuando encuentras un dato sobre un tema tan concreto como el de San Lorenzo de Tamarasaite, y más sobre sus diferentes pueblos y pagos, has tenido que ojear cientos de folios y en el momento que aciertas a dar con algo tienes la sensación de que ya tienes otra parte más del puzle que soy consciente de que no voy a terminar pero que lo importante es ir dándole forma y acercarnos lo más posible a su confección definitiva, que por otra parte es un imposible porque la investigación histórica es un proceso de continua revisión. Ahora mismo estoy inmerso en un trabajo sobre el topónimo de La Cazuela, con el de Las Perreras o con Escaleritas y ninguno de ellos concuerda con la denominación actual y es por ello que, en gran medida, la historia es revisable porque en cualquier momento surge el nexo que te conecta con la verdad y nos aporta la explicación de los errores de transmisión oral, de escritura o intencionados, los menos, con los que en multitud de casos nos encontramos.
Esas intensas búsquedas nos hicieron conocer a Francisco de Montesdoca, en otros documentos aparece como Montesdeoca, que sería, de momento, el cuarto alcalde del lugar y jurisdicción de San Lorenzo de Tamarasaite y el primero que aportó Tenoya a la Jurisdicción. Fue alcalde del Lugar de San Lorenzo de Tamarasayte en los años 1662 y 1663. En aquellos momentos ya San Lorenzo era una jurisdicción independiente de la Ciudad. Era vecino del Lugar del Tenoya y como tal, el día 14 de octubre del año 1653, firmaba un documento en el que daba su poder a los procuradores[1] de la Ciudad para que le defendieran en todos sus asuntos y problemas. Es curioso pero también lógico, como veremos, que lo hiciera casi al mismo tiempo en que también lo hicieron Diego Hernández de Sosa y Salvador Rodríguez, todos ellos alcaldes de San Lorenzo de Tamarasayte en el siglo XVII. Posiblemente les llegó un aviso o norma al respecto para que pudieran abordar con ciertas garantías los problemas que les pudiera ocasionar el desempeño de aquella función o simplemente porque se estaban encontrando, en el desempeño de su mandato, con denuncias y demandas que les generaban grandes quebraderos de cabeza y ante aquella tesitura se vieron obligados a proteger sus espaldas de las acusaciones y pleitos que se les presentaban.
Firmas de Francisco de Montesdoca y el Capitán Lázaro de Ortega
En la imagen anterior podemos ver la firma de Francisco de Montesdoca junto a la del primer alcalde de la jurisdicción, el Capitán Lázaro de Ortega. Nos podemos imaginar a uno u otro, junto a sus corporaciones, a lomos de caballo recorriendo la inmensa jurisdicción de San Lorenzo.
Al igual que en cualquier otra comunidad los pequeños conflictos se presentaban y así podemos ver como el 26 de mayo de 1661 Catalina de Godoy, vecina de Tenoya, denunciaba ante la Real Audiencia a Cristóbal de Montesdeoca, hijo de Francisco de Montesdeoca, sin duda uno de los hombres poderosos de aquel término, por haberla agredido dándole unos palos. Las presiones que tuvo que recibir aquella mujer debieren ser muy fuertes porque termina diciendo que "ahora por meterse por medio amistades y personas honradas, y por conservar la amistad que he tenido y tengo con su padre, me aparto de la dicha querella y me obligo a no pedir cosa alguna al dicho, y si en algún tiempo hiciere algo sería fuera de dicha querella". Evidentemente la denunciante fue compensada o invitada a cambiar la denuncia por el poderoso progenitor[2].
Disponemos de un documento del año 1684 en el que se puede leer que Francisco de Montesdeoca era labrador y vecino del fértil Valle de Tenoya. En aquel año compraba una esclava de 26 años, mulata, de color blanco, llamada Beatriz[3]. No cabe la menor duda que aquellos primeros alcaldes, y también los párrocos de aquellos años, tenían una posición social desahogada y eran poseedores de tierras y ganado y también de esclavos, como se puede ver.
El día uno de agosto del año 1705, Francisco de Montesdeoca, vecino del Lugar de Tenoya, compraba cinco fanegadas labradías en el pago de Tamaraseite, “donde dicen” el Lomo de la Galera, a Martín Díaz, maestro del oficio de albañilería. Lindaban aquellas tierras, por la parte de arriba, con las de Pedro de Torres y por delante el Camino Real que iba a la villa de Guía y por abajo sus propias tierras y al otro el citado Lomo de Galeras[4]. Podemos apreciar que en lo que hoy en día es La Galera Francisco de Montesdeoca tenía una importante cantidad de terreno que dedicaba a la agricultura. En otro documento de 23 de julio del año 1705 se hablaba de unas tierras en Jacomar y Guinea, en el pago de Tamaraseite. Las compraba Felipe de Santiago y Salas a Gregoria Ortiz, viuda de Antonio Díaz Naranjo y vecina de la Ciudad. Las tierras de Jacomar lindaban por la parte de arriba con las de Antonio Díaz y por abajo con el Barranquillo de Jacomar y por un lado tierras de Francisco de Montesdeoca y Pedro de Torres y por el otro D. Antonio de Montesdeoca. Las tierras de Guinea lindaban con las de María Rodríguez, mujer de Marcos Sánchez y por el otro los herederos del Alférez Pedro Álvarez Macías y por la parte de abajo el camino que iba al Barranquillo y una casita donde dicen Los Mesones de Tamaraseite y con los sitios que le pertenecen y llegan hasta el Caidero[5]. He querido dejar completo este último documento porque en él se pueden apreciar otros topónimos del lugar, cercanos a las tierras de Francisco de Montesdeoca, como eran Jacomar, Guinea o Los Mesones de Tamaraseite, algunos de ellos ya trabajados.
Con este trabajo sólo pretendo dar a conocer la figura de Francisco de Montesdeoca y un estudio sobre su persona y momento histórico que le tocó vivir es posible porque los documentos son diversos y de la más variada índole y es por ello que animo a historiadores y a amantes de la historia a disfrutar de esa posibilidad.
Juan Francisco Santana Domínguez
Bibliografía:
[1] A.H.P.L.P. Diego Álvarez de Silva. Nº 1.271, fs: 555r-556v.
[2] Ibídem. Francisco de Moya. Nº 1.208, fs. 255v-256r.
[3] A.H.P.L.P. Diego Álvarez de Silva. Nº 1.295. Después del folio 197 y antes del 233.
[4] A.H.P.L.P. Esteban Perdomo Castellano. Nº 1.474.
[5] A.H.P.L.P. Esteban Perdomo Castellano. Nº 1.474.
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