×

Advertencia

Uso de cookies - Unión Europea

En esta web usamos cookies propias y de terceros para mejorar la experiencia de navegación, y ofrecer contenidos y publicidad de interés.

Ver la Directiva sobre la privacidad y las comunicaciones electrónicas

El uso de cookies ha sido rechazado.
Imprimir
Categoría: Historia
Visto: 6041

Yo conservo de D.Francisco Cabrera Suárez un recuerdo entrañablemente agradecido. Llegó a Tenoya en el año 1950. Yo tenía entonces 10 años. Eran tiempos en los que posiblemente, por no existir la televisión fue fácil que muchos niños nos convirtiéramos en "ratones de sacristía" (a mucha honra), acogidos siempre por la amable paternidad de D.Francisco.

Pero su generosidad con los niños no quedaba allí, pues tanto alquilaba la camioneta de Pepito Castellano y nos llevaba de excursión a la playa de Melenara como sardinas en latas como igualmente el taxista de la época, Manuel Pablo, se las veía y deseaba para colocarnos lo mejor que podía y llevarnos a la Catedral a la Celebración del Corpus Christi. Recuerdo que para el día de Reyes se hacía con una cantidad de juguetes de los más baratos y los exponía en unas mesas del anexo de la sacristía. Arriba, en la casa de Mariquita Batista, nos hacía pasar de uno en uno y nos iba dando un detalle. Y algo que hoy en la actualidad me resulta conmovedor era el especial cuidado que tenía con una madre viuda y su hijo, al cual procuraba darle algo mejor.

Párroco D.Francisco Cabrera Suárez

Algo también imborrable en mí fue verlo personalmente repartiendo la ayuda, que venía de Argentina para las escuelas: leche en polvo, queso plato y mantequilla y que él también consiguió para sus pobres. De esta obra de caridad soy testigo ya que iba a buscarla para la madrasta de mi padre, Ciprianita (conocida por los de la época) por quien se interesaba, ya que como era normal por aquel tiempo la pensión era muy pequeña. Hoy hemos sabido que cuando visitaba a un enfermo necesitado le ponía debajo de su almohada lo que podía.

Otro testimonio es el de Juan Santana, taxista de aquella época, quien hizo muchos viajes en su taxi a médicos pagados por D.Francisco. Él mismo cuenta que quedaba sorprendido porque cada vez que llegaba le preguntaba: ¿en qué puedo ayudar a mi parroquia? ya que a él le parecía que quien necesitaba ayuda era D.Francisco y le contestaba el próximo dia, a lo que D.Francisco replicaba: yo tengo una pequeña paga y el dinero lo quiero para eso.

En otra ocasión en que estaba almorzando por lo que le pidió disculpas y le respondió insistiendo en que compartiera su mesa, a lo que él no accedió.

En cuanto a las Celebraciones Litúrgicas más importantes, la Semana Santa (nostálgico recuerdo de la subida al Lomo de la Virgen de los Dolores en su retiro del Viernes Santo a las 9,30 de la noche,aunque lloviznara,entre cantos y rezos sin que decayera el fervor), la Navidad, o también el Devocional como el rezo del Santo Rosario cada tarde y, sobre todo,las inolvidables Novenas a la Virgen en mayo, animado todo ello con los cantos, poesías o versos, adornos del altar por sectores de calles según tocara, rivalizando sanamente con lo mejor a la Virgen, incluso el vestuario adecuado. Hoy uno se admira y hasta se sorprende del arte que se derrochaba en Tenoya para todo ello, valores artísticos que podemos reconocer con orgurllo que nunca faltaron en nuestro pueblo. D.Francisco lo conservó todo con el esplendor heredado de D.Florencio, exceptuando el tiempo que estuvo D .Manuel Guedes.

Mención aparte merece el realce que le dió al canto de la misa en latín, del obligado gregoriano de antes del Concilio Vaticano 11, no reparando para ello en el gasto que para las penurias de la época suponía pagar a un gran organista de Tamaraceite,como lo era D.Miguel Arencibia, con él que incluso nos preparó a un grupo de niños y otro de niñas para el canto de algunas misas. Más tarde seguiría viniendo Manuel el sorchante (el cazuela) igualmente de Tamaraceite, quien cooperó positivamente al gregoriano.

Bastante floreciente fué también la Acción Católica de grato recuerdo que D.Francisco fundó, aprovechando el gran apogeo que a nivel parroquial tuvo en aquel tiempo. Más tarde seguiría floreciente, pero a nivel Diocesano, dirección que llevé tantos años como conciliario mi querido y venerado Padre Santiago Días Peñate, abandonando dicho cargo para fundar nuestro Monasterio. Recuerdo que se nos impuso, durante una misa solemne oficiada por el Vicario, las insignias distintivas a un grupo de niños como aspirantes a jóvenes de la acción Católica y a un pequeño grupo de jóvenes.

En cuanto a la disponibilidad del servicio propio del Ministerio bastaría con decir que: sacerdotes de la talla de D.Francisco son hoydoble mente importantes. Dispuestos totalmente a las exigencias del Ministerio como puede ser la visita regular a los enfermos para dar ánimo, exhortar si se ofrece el Sacramento de la Confesión, algo que desgraciadamente con el activismo predominante (herejía de la Acción, le llamó Pío Xll) se ha puesto bastante difícil en algunos sectores de la Iglesia.

Fué D.Francisco gran defensor de los pobres ante los pudientes, sobre todo en sus homilías y esto fué lo único que de positivo me dijo de su persona en la Semana Santa del 2000, en que tuve la suerte de tenerle, durante el rezo de las horas como de los actos litúrgicos, a mi lado en nuestro coro de la alabanza Benedictina, ya que según nos dijo quería vivir una pascua Benedictina. Y al recordarle muchas cosas buenas que hizo, sólo decía con humildad: Yo ya he cumplido mi misión y si le hice mal a alguien que me disculpe, no era esa mi intención. Y me dijo con pena lo que le pesó haber quitado el piso de cantería, azul de la ermita por la mentalidad de la época.

D.Francisco, poco dado a las despedidas, se nos fué en silencio, con verdaderos deseos de vivir, lo que en realidad había sido su vida, o sea el Paso a Pascua, pero esta vez era la Pascua Eterna.

No nos queda más que decirle D.Francisco, que sus tenoyenses como gustaba decir: "le estamos eternamente agradecidos,y no hace falta pedirle que ruegue por nuestro pueblo porque sabemos que nos tiene siempre presente en esa su nueva misión de alabanza y súplica eterna al Padre, junto a Nuestra Madre de la Encarnación a la cual yo, desde mi pobre oración monacal, junto a los orantes de nuestro pueblo estamos unidos.

Fray Juan Pedro María Afonso. O.B.S.